La evolución de la enfermedad pasa por diferentes estados, entre ellos la inflamación del hígado, la muerte de las células hepáticas y la progresión gradual de la fibrosis (acumulación de tejido cicatricial) hasta el estado de cirrosis. Estos estados son generalmente reversibles; Sin embargo, requieren una eliminación completa del alcohol, durante un largo período de tiempo. Una vez que se desarrolla una cirrosis avanzada (descompensada), puede provocar insuficiencia hepática.
Un dato para recordar de este artículo: el hígado puede regenerarse en tan solo tres días.* Esto se ha demostrado en casos en los que se ha extirpado una gran parte del hígado (generalmente para trasplante) y el el hígado se restaura a sí mismo a casi toda su capacidad en solo unos pocos días.
¿Cómo daña el alcohol al sistema digestivo?
Según fuentes profesionales, el 85,6% de las personas de 18 o más años ha consumido alcohol alguna vez en su vida. Es necesario reconocer que es una droga legal, con capacidad de generar adicción, dependencia y múltiples problemas físicos y psicológicos. En Estados Unidos se estima que más del 6% de los adultos tienen algún trastorno relacionado con el alcohol, o lo que es lo mismo, 1 de cada 12 hombres y 1 de cada 25 mujeres.
Después del consumo, el 25% del alcohol se absorbe directamente del estómago al sistema circulatorio. Sin embargo, la absorción principal tiene lugar en el tracto intestinal superior por difusión y luego ingresa al hígado a través de la vena porta. La mayor parte es metabolizada por la enzima alcohol deshidrogenasa, ubicada en las células hepáticas. El abuso crónico de alcohol provoca la destrucción de estas células y la cicatrización del hígado con repercusión en su funcionalidad, lo que se conoce como cirrosis.
Agresores del hígado (obesidad y alcohol)
Hoy en día el principal enemigo del hígado es la obesidad, que está relacionada con el hígado graso. El hígado graso está relacionado con la enfermedad hepática porque es un generador de fibrosis (cicatrices internas del hígado) que desencadena la cirrosis y las complicaciones posteriores. El control del peso y de la diabetes (si la hay) es fundamental en esta circunstancia.
Junto con la obesidad, el consumo excesivo de alcohol es uno de los agresores más importantes sobre el hígado. Nunca debemos exceder el consumo de más de dos cervezas, dos copas de vino o dos chupitos de licor en un día.
Dosis más altas provocan que se inicien procesos metabólicos tóxicos del alcohol en el hígado. No vale la pena acumular para poder aumentar la dosis de licor en un momento dado como el fin de semana. La capacidad de metabolismo del alcohol es siempre la misma y se satura si superamos la cantidad mencionada.
Enfermedad hepática relacionada con el VHC
Las personas con infección por VHC tienden a consumir mayores cantidades de etanol que otras personas y tienen más del doble de probabilidades que las personas sin infección por VHC de consumir regularmente más de una bebida alcohólica. bebida por día (35% vs. 14%) y casi 8 veces más probabilidades de consumir regularmente más de tres bebidas por día (19% vs. 2%).
El consumo de alcohol se asocia con una infección por VHC más persistente y un daño hepático más extenso que en el individuo que no bebe, debido a las interacciones entre el consumo de alcohol y el VHC que afectan a la inmunidad de respuesta, la citotoxicidad y el estrés oxidativo. Además, el consumo de alcohol puede tener un efecto sobre la replicación viral del VHC en ciertos subgrupos de pacientes. No se ha determinado un nivel seguro de consumo de alcohol para pacientes con VHC, e incluso aquellos que beben cantidades moderadas de alcohol pueden tener fibrosis hepática progresiva. Un metanálisis mostró que el riesgo relativo de progresión a cirrosis hepática o enfermedad hepática descompensada era 2,3 veces mayor entre los pacientes con VHC que bebían alcohol en comparación con los abstemios.
Daño hepático del alcohol
Las cifras indican que no hay suficiente conciencia sobre los peligros de esta sustancia para nuestra salud. Desafortunadamente, los efectos del alcohol se manifiestan en todo el cuerpo. Hay investigaciones que muestran que incluso el consumo moderado de estas bebidas a lo largo del tiempo provoca cambios estructurales en el cerebro. Su ingesta también se relaciona con un aumento de la presión arterial, la aparición de problemas digestivos y cardiovasculares e incluso un mayor riesgo de cáncer.
Sin embargo, el efecto más conocido de esta sustancia se encuentra en el hígado, órgano encargado de metabolizar el alcohol. El consumo de este tipo de bebidas puede derivar en enfermedades graves como hígado graso, hepatitis, cirrosis y cáncer de hígado.